Mi abuela

IMG_20190401_102424_598

Puede que no llegase a conocer esta versión joven de mi abuela. Sin embargo, en su vejez, su mirada siguió conservando esa dulzura…una dulzura que jamás perdió, a pesar de la enfermedad. Últimamente, un extraño y fugaz temor se ha instalado en mi cerebro…el temor a olvidar el color de su voz. Intento hacer memoria y entonces me doy cuenta de que aunque no esté, sigue aquí, igual que mi padre. Algunas de las personas que conocemos a lo largo de nuestra vida nos marcan y nos definen de una u otra manera. Mi abuela no fue la excepción. Sé con total y absoluta seguridad que una parte de mi personalidad es fruto de mi relación con ella. Escribí una vez que fue mi abuela la que despertó en mí la pasión por las procesiones de Semana Santa.

Ahora que ella no está, cada vez que contemplo los pasos de un maltrecho Cristo o de una bella Dolorosa por las calles mientras son bailados al son de tambores y trompetas es como si regresase a aquellos días en que ella estaba. Me parece verla a mi lado, mirando con devoción las bellas imágenes y, a veces…solo a veces, me descubro con los ojos humedecidos a punto de estallar en un mar de lágrimas…pero no llego a llorar. Sonrío con la nostagia dibujada en mis labios y el corazón repleto de recuerdos y vivencias que no desean terminar. Quien me conoce sabe que una de mis grandes pasiones, aparte del cine, la literatura, la pintura, la música y el arte, en general, es el de ver una procesión (si puede ser solo, mejor) porque viajo hacia atrás y vuelvo a ser aquel niño que no sabía muy bien lo que le depararía el futuro, aunque sí sabía una cosa: que nunca olvidaría a su abuela ni sus enseñanzas por mucho que avanzase el tiempo.

3 comentarios en “Mi abuela”

Deja un comentario