Uno de los últimos fenómenos dentro del mundo del cómic ha sido Lo que más me gusta son los monstruos (2017) de Emil Ferris. Realizada íntegramente con boli Bic, esta novela gráfica (de la que queda por salir su segunda parte) se ambienta en Chicago durante la década de los 60. Karen Reyes, la protagonista de esta peculiar historia, es una niña empeñada en resolver el misterio que envuelve al asesinato de su vecina, la bella y enigmática Anka Silverberg, superviviente judía de la Alemania nazi.
La investigación llevará a Karen a conocer la traumática infancia de su vecina al mismo tiempo que tendrá que lidiar con el bullying, su orientación sexual, la relación con su hermano o la enfermedad de su madre. El libro no escatima los detalles más escabrosos, pero todo ello aparece tamizado desde la visión infantil al igual que sucedía en la novela El niño con el pijama de rayas de John Boyne o en la película Jojo Rabbit de Taika Waititi.
Con un estilo que homenajea las publicaciones pulp y las películas de terror de serie B, la obra nos enseña, como ya han hecho antes Stephen King (It) o Guillermo del Toro (La forma del agua), que los peores monstruos suelen ser los humanos y que a veces los monstruos (vampiros, licántropos, etc) son solamente seres incomprendidos que, al igual que Karen o Anka, buscan su lugar en el mundo.