Los Inklings de Oxford

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El pub «The Eagle and Child» en St. Giles street (Oxford) fue el lugar de reunión de la sociedad literaria de los Inklings. Dos de sus miembros principales, J. R. R. Tolkien y C. S. Lewis, intercambiaron ideas aquí. Gracias, en parte, a esas conversaciones y debates mantenidos lograron sacar a la luz dos de las sagas de fantasía épica más famosas de la historia de la literatura: El Señor de los Anillos y Las Crónicas de Narnia, respectivamente, cuyo tema central es la lucha entre el Bien y el Mal.

Para todo aquel interesado en conocer un poco más sobre este grupo de prolíficos escritores recomiendo, además de las geniales y archiconocidas adaptaciones cinematográficas de sus novelas, la película Shadowlands (1993) de Richard Atrenbrough. En esta última se aborda la triste pero hermosa historia de amor de C. S. Lewis (Anthony Hopkins) y la poetisa estadounidense Joy Gresham (Debra Winger), que se desarrolló en la década de los cincuenta cuando ella se trasladó a vivir a Oxford con su hijo pequeño tras el divorcio de su primer marido. Lo que empezó siendo una relación de amistad se tornó paulatinamente en un romance para un escritor que parecía decidido a pasar soltero el resto de sus días. Y entonces, cuando menos lo esperaba, se despertó en él un sentimiento del que solo había leído hablar en los libros. Y es que, como dice la canción: «La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.»

El film resulta revelador por las reflexiones que contiene acerca del amor, la pérdida y el papel que juega la religión (en este caso el cristianismo) a la hora de ofrecer explicación y consuelo al dolor y al sufrimiento ante la muerte de un ser querido. Os dejo aquí una de las frases, en mi opinión, más hermosas de la película, pronunciada por Hopkins: «Somos como bloques de piedra a partir de los cuales el escultor, poco a poco, va formando la figura de un hombre. Los golpes de su cincel que tanto daño nos hacen también nos hacen perfectos.» Pueden verse en esta bella metáfora ciertas semejanzas con la técnica del non finito aplicada por Miguel Ángel a algunas de sus esculturas. El genio renacentista fue un adelantado a su tiempo pues tenía la certeza de que las figuras luchaban por escapar de la piedra que las retenía para salir al exterior, razón por la cual un conjunto de esculturas (Los esclavos) parecen inacabadas. El artista lo expresó con estas palabras: «Cada bloque de piedra tiene una estatua en su interior y es la tarea del escultor descubrirla

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Como intento poner de manifiesto en algunos de los artículos de este blog, las ideas se traspasan de generación en generación y de unos artistas a otros, pero es labor de cada uno de ellos escoger un lenguaje y estilo personales para expresar esa idea. Si no, ¿qué sentido tendría seguir escribiendo, pintando o componiendo cuando todo parece haber sido dicho? Los Inklings hicieron eso. Tolkien y Lewis, entre otros, se basaron en la mitología grecolatina y nórdica, las leyendas artúricas y otras tradiciones literarias (en especial, la bíblica), pero fueron capaces de ir más allá hasta crear universos únicos que han permitido soñar a infinidad de lectores y espectadores de todo el planeta.

2 comentarios en “Los Inklings de Oxford”

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